Hoy traigo otra reseña de un libro que leí hace ya un tiempo, y que no puedo dejar pasar. Me explico: El año de Saeko no es un clásico ni forma parte de la lista de imprescindibles de la literatura nipona; tampoco goza de gran popularidad; y pese a que su autor ostenta el asombroso récord de ser el autor de la novela (Un grito de amor desde el centro del mundo) más vendida de todos los tiempos en Japón, este libro no gozó de la misma masividad. Que yo sepa, el libro tampoco ha sido adaptado al cine o la televisión (una forma usual de que un libro poco conocido se vuelva masivo). Pese a todas estas "reservas", me decidi a leerlo sólo porque quería leer algo nipón contemporáneo, y llegué a El año de Saeko, y me encontré con una de las "sorpresas" de lo leído este año. Lean y sabrán por qué.
Sobre el autor y la obra: Kyoichi Katayama es el autor de este libro, y quien sirve de perfecto caso de estudio para decir que no toda la literatura en Japón es Haruki Murakami. Katayama nació el 5 de enero de 1959 en Ehime, Japón. Habiendo estudiado en la Universidad de Kyushu, inició su trayectoria literaria en 1986 con Kehai, obra por la que fue galardonado. Su obra más conocida es Un grito de amor desde el centro del mundo, del año 2008, traducida en diversos idiomas.
El año de Saeko, publicada originalmente el 2011, es una novela que tiene como eje central la soledad, el individualismo, el amor y los temores más profundos frente a la vida. El libro nos presenta a Shuníchi, un típico asalariado japonés de edad media, que trabaja como programador informático en una gran compañía, y su mujer de nombre Saeko, quien permanece al cuidado de su casa, y además obtiene ingresos adicionales mediante el mantenimiento de 3 máquinas expendedoras ubicadas fuera de su hogar. Ellos se conocieron hace 5 años, cuando eran vecinos de departamento, y cada uno sumido en su propia soledad, lograron entablar un vínculo que los llevó a casarse. Su vida es apacible, se llevan demasiado bien, en opinión de sus familias, nunca pelean. Sus vidas están llenas de pequeños ritos y rutinas que comparten en exclusiva, siendo personas de pocos amigos: a Shunichi le gusta fotografiar gatos, Saeko cada mañana prepara el almuerzo que su marido lleva al trabajo, esmerándose mucho en su decoración. Cenan juntos, ven la televisión en silencio, los días de buen clima visitan el templo cercano a su casa, o dan un paseo cerca. Tienen su propio mundo.
Sin embargo, tras esta aparente (y excesiva) calma, se esconden profundos sentimientos e inquietudes en nuestros protagonistas, básicamente con respecto a sí mismos, a su pareja, con respecto a la vida misma. Sentimientos e inquietudes que comienzan a hacer mella en ellos mismos, iniciando un camino de angustia y desesperación, que llegamos a "comprender" un poco cuando hacia la mitad del libro nos enteramos de un secreto que explica en cierta forma la transformación que ambos sufren, en especial Saeko.
¿Por qué se llama El año de Saeko? porque el relato, a la par que sigue el diario vivir de los protagonistas, se sirve como telón de fondo del paso de las estaciones como ciclo de la vida. Hay un profundo simbolismo asociado a las estaciones del año y los momentos críticos de nuestros protagonistas.
Crítica personal: Excelente. Creo que es de las mejores novelas contemporáneas que he tenido la oportunidad de leer. En otra entrada (a propóssito de El Gran Gatsby) comentaba el rechazo que me produce cierta literatura contemporánea norteamericana, por ser un poco carente de emoción, y por su afán por retratar la decadencia. Con El año de Saeko, (pese a ser también una novela contemporánea) nada de ello ocurrió. Es cierto, estamos ante una novela que tiene como premisa esencial la soledad y el individualismo del ser humano, aún cuando se supone que está en compañía de un otro, lo cual puede darnos una idea (errada) de que nos dirigimos hacia un relato oscuro y depresivo. Lo cual es cierto, pero sólo en una parte, y me atrevo a decir intencionadamente, para hacerlo coincidir justamente con la estación del año más oscura: el invierno.
Creo que el libro, pese al carácter intimista que tiene al centrarse prácticamente en 2 personajes, refleja muy bien las contradicciones del hombre que vive en la sociedad actual, y más aún en Japón: el anclaje al pasado, la espiritualidad, las tradiciones y la rutina (reflejados en la relación con la familia, en los ritos budistas, las celebraciones, y el matrimonio), se contraponen perfectamente con las feroces transformaciones de la modernidad: la jornada laboral absorbente del trabajo de Shunichi, el funcionamiento ininterrumpido de las máquinas expendedoras, la fecundación in vitro (dato relevante), la comunicación con el otro en la sociedad y la familia.
En fin, es un libro perfectamente bien escrito, e hilado, los personajes principales muy bien aarmados, aunque sus acciones, aunque más que ello sus pensamientos te hacen reclamarle a las páginas constantemente. Un libro que habla esencialmente de la vida, la muerte, el amor, la soledad, la locura, el egoísmo, y finalmente la esperanza. Un retrato conmovedor del hombre en su dimensión más oscura y compleja.
Lo recomiendo fervientemente a quien quiera leer algo distinto y que busque reflexionar. No se dejen engañar por las apariencias: la reseña de la contraportada está pésimamente mal hecho (mal Alfaguara), por lo que si ello no los motiva, igual denle una oportunidad. Yo lo hice y me alegro no haber ignorado.
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