Hola! Luego de un (nuevamente)
prolongado tiempo de silencio, hoy traigo una nueva publicación, signo de que
este espacio aún se resiste a morir, pese a que en lo que va de año el “aporte”
se ha reducido a ocho escuálidas entradas. Debo confesar, con una mezcla de
tristeza, culpa y vergüenza, que escribo estas líneas no tanto porque me sienta
con la seguridad de recomendar algo, sino más bien para tratar yo misma de
darme ánimo y volver a mantener activo este espacio, que me entretiene y relaja,
y permite expresar con libertad los desvaríos que libros, series y películas
tan frecuentemente provocan, en mi y en muchos de quienes me leen, como estoy
segura. No tengo justificación a la inconstante presencia que he tenido en el
blog este año, más que el tiempo parece avanzar cada vez más rápido y ser a la
vez más escaso. Estoy segura que esto es una simple percepción humana que se
acentúa con los años, pero resulta curioso y lamentable que adquiera visos de
realidad. En fin, esta falta de tiempo (o percepción de, para ser más exacta)
ha hecho que prácticamente abandone una de mis mayores entretenciones en años
anteriores: ver dramas. En serio, sólo he visto uno completo este año, el drama
japonés que fue precisamente la última reseña en el blog. Los extraño? No tanto,
he visto e interesado ampliamente por Netflix, y creo que necesitaba un tiempo para
sacudirme de tanta ficción con clichés que abunda en dramalandia. A cambio, he
tratado de ser más constante en la lectura. No he leído mucho, pero lo que he
leído me ha dejado muy conforme.
Y para ser consecuente con lo anterior,
esta entrada será precisamente la reseña de un libro que leí por el verano,
allá en febrero creo, y las siguientes entradas (que espero sean pronto)
también serán reseñas, por ninguna razón en especial más que es de lo que más
material puedo tener. Así que lectores, sé que la mayoría llega aquí buscando
reseñas de dramas, pero no tengo material por publicar sobre eso por un tiempo.
No sé si lo tendré en alguna oportunidad cercana, pero si disfrutan tanto de la
lectura como yo, no dejen de darle una mirada a las recomendaciones que vaya
publicando. Y bueno, sin más preámbulo innecesario, la
reseña.
Reseña: La vida de la joven Charity transcurre,
anodina y sin alicientes, en North Dorme, un pequeño pueblo de las colinas de
Berkshire, en Massachussets. Acogida desde pequeña en casa del abogado Royal,
tutor en apariencia intachable, de su origen solo sabe que nació en «la
Montaña» allá donde malvive una comunidad envilecida de delincuentes y
perdedores. Entre los libros abandonados de la biblioteca en la que trabaja,
está muy lejos de llegar a ser «la Nueva Mujer» que inaugura el siglo XX en las
sofisticadas urbes de Norteamérica, pero no renuncia a imaginar una existencia
distinta. Irrumpe el verano y con él Lucius Hurney, un joven arquitecto de la
ciudad, elegante y seductor. Hurney encarnará las ansias de libertad y aventura
de la joven. Con el resplandeciente campo de Nueva Inglaterra como telón de
fondo, ambos inician una relación que para Charity supondrá un apasionado
despertar sexual y la promesa, siempre incierta, de la felicidad.
Comentario
Personal: Cuando compré este libro, lo hice sin mucho
convencimiento, pues la descripción de la contraportada como habitualmente
ocurre, no me decía mucho acerca de lo más esencial del libro, ni me parecía
muy distinto de la tradicional novela de corte romántico. Pero siendo la autora
Edith Wharton, estuve segura que no sería una historia como tantas otras. De
Wharton sólo había leído La edad de la inocencia y Las Costumbres del país,
ambas novelas en las que retrata a un tipo particular de personajes: sus
protagonistas son mujeres jóvenes, ya sea pertenecientes a la alta sociedad
norteamericana de principios de siglo XX, o bien aspirantes a conseguirlo. El
escenario: sociedades rígidamente estratificadas, con roles establecidos para
cada miembro desde siempre, con el deber
ser y aparentar resultando más
relevante que el ser y el querer
real. En ambas novelas había tanto intentos de mostrar la glorificación de
una sociedad ciega y egoísta, ansiosa de glorificarse a si misma, como de revelar
su decadencia y cinismo. Una combinación opuesta pero tremendamente atrayente.
En Estío, sentí algo parecido. Pese a
que el escenario no es ya Nueva York con sus salones plagados de riqueza y
vanidad, sino un pequeño pueblo alejado
del centro del mundo, North Dorme, la descripción de este pueblo y sus
habitantes representa una fuerza antagónica vital para el desarrollo de la
historia de la protagonista. En North Dorme, Charity Royal se siente a si misma
asfixiada y atrapada por una sociedad regida por convenciones sociales y
morales que dicen más de su hipocrecía
que de la pretendida rectitud moral de sus miembros. Pero, qué es lo que hace
distinta a Charity? Que ella no es una más de ellos, ella nació en una clase
repudiada por North Dorme: la de una comunidad de prófugos de la justicia, que
se refugiaron en una montaña a las afueras del pueblo. Este conocimiento de su
origen, provoca en Charity una convicción y seguridad que al mismo tiempo
constituyen para ella su libertad: el saberse diferente le da fuerzas para
hacer aquello a lo que su propia voluntad la dirige. Creo que, contrario a la
reseña de la contraportada, la irrupción en la vida de nuestra protagonista del
joven Lucius Harney no es sino el detonante de la libertad reprimida tanto
tiempo por la joven. Ello constituye un punto de quiebre en la vida de Charity,
la hace cuestionarse todo su mundo, no sólo a su entorno, sino a ella misma y
ante todo su identidad. Charity en absoluto es un personaje que resulte
agradable. Tal como ocurre con las protagonistas de La edad de la inocencia y
Las Costumbres del país, su carácter egoísta impide sentir empatía hacia ella,
pero al mismo tiempo es un personaje tan imperfecto, que eso la vuelve más
humana y real de lo que esperamos.
La atmósfera del libro es asfixiante:
sólo así puedo describir la sensación que me produjo su lectura, una asfixia
cercana a la desesperación. Una obra en la que el retrato psicológico de los
personajes, y sobretodo de la protagonista, atrapan desde un principio. Creo
que es una novela muy bien escrita, con caracterizaciones complejas y
atractivas de los personajes, que escapa totalmente del común de la narrativa
de la época. Estío es, para mi, un perfecto retrato del inconformismo de la
mujer en una sociedad vacía y superficial, algo que suena cercano a nuestra
realidad, no?. Bueno, si tienen la oportunidad, léanlo, disfrutarán con
seguridad de la escritura de Edith Wharton y más aún de uno de sus perfectos
retratos sociales de época. Hasta la próxima!.
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